Hay muchos que mueren demasiado tarde y algunos que mueren demasiado pronto. Aún nos resulta extraña esa máxima que aconseja morir a tiempo. Y eso es precisamente lo que enseña Zaratustra: que hay que morir a tiempo. Claro que ¿cómo podemos pretender que muera a tiempo quien nunca ha vivido a tiempo? Más le valiera no haber nacido. Eso es lo que tiene que desearle Zaratustra a la gente que está de más. Pero hasta los que están de más conceden importancia a su muerte. Y es que la nuez más vacía quiere que la casquen. Todos le dan importancia a la muerte, pero la muerte no constituye todavía una fiesta. Yo os muestro la muerte bienhechora, que es un aguijón y una promesa para quienes están vivos. Quien se realiza por entero muere victorioso, rodeado de personas que esperan y prometen. ¡Habrá que aprender a morir así! No debiera de haber ningún festejo si uno de esos moribundos no consagra los juramentos de los vivos.
Morir así es la mejor forma de hacerlo; y, en segundo lugar, morir luchando y dando muestras de que se tiene un alma grande. Tanto el luchador como el victorioso aborrecen esa muerte vuestra entre aspavientos que se acerca a hurtadillas como un ladrón, pese a que viene como dueña y señora de vuestra vida. La muerte que yo os predico es la mía, la muerte voluntaria y libre que me llega porque yo quiero.
02. ¿Qué significa vivir en el fragmento?
a) La muerte bienhechora anunciada por Zaratustra.
b) Constituirse en una nuez que ha sido cascada.
c) En que la necesidad de realización determine la existencia.
d) En existir libre y voluntariamente para la muerte.
e) En estar rodeado de personas que esperan y prometen.