Mi madre se pasaba las horas muertas en la galería del cuarto de atrás, metiendo tesoros
en el baúl de hojalata, y no acierta a entender si el tiempo se le iba deprisa o despacio, ni
a decir cómo lo distribuía, sólo sabe que no se aburría nada y que allí leyó Los tres
mosqueteros. Le encantaba, desde pequeña, leer y jugar a juegos de chicos, y hubiera
querido estudiar una carrera, como sus dos hermanos varones, pero entonces no era
costumbre, ni siquiera se le pasó por la cabeza pedirlo. Me dio a leer, cuando yo hacía
bachillerato, una novela que se titulaba El amor catedrático, la historia de una chica que
se atreve a estudiar una carrera y acaba enamorándose y casándose con él, a mí el final
me defraudó un poco, no me quedé muy convencida de que la chica esa hubiera acertado
casándose con un hombre mucho más viejo que ella y maniático por añadidura, aparte de
que pensé: “ para ese viajes no necesitábamos alforjas”, tanto ilusionarse con los estudios
y desafiar a la sociedad que le impedía a una mujer realizarlos, para luego salir por ahí,
en plan happy end, que a saber si sería o no tan happy, porque aquella chica se tuvo que
sentir decepcionada tarde o temprano; además, ¿por qué tenían que acabar todas las
novelas cuando se casa la gente?, a mí me gustaba todo el proceso del enamoramiento,
los obstáculos, las lágrimas y los malentendidos, los besos a la luz de la luna, pero a partir
de la boda, parecía que no había nada más que contar, como si la vida se hubiera
terminado: pocas novelas o películas se atrevían a ir más allá y a decirnos en qué se
convertía aquel amor después de que los novios se juraban ante el altar amor eterno, y
eso, la verdad, me daba mala espina.
C. Martín Gaite, El cuarto de atrás, 1978
1.- Identifique las ideas del texto y exponga esquemáticamente su organización. (1.5 puntos).
2.- Explique la intención comunicativa del autor (0,5 puntos) y comente dos mecanismos de
cohesión distintos que refuercen la coherencia textual. (1 punto)